Hemos oído hablar sobre enfermedades transmitidas de los animales a los humanos, pero lo que muchos no saben es que algunas no se contagian, sino que se «comparten». Es lo que ocurre con la enfermedad de Cushing, un trastorno producido por un exceso de cortisol en sangre y que puede afectar tanto a personas como a mascotas, especialmente a los perros. Juan Carlos Galofré, coordinador del área de conocimiento del tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología (SEEN) y consultor del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra explica que «puede ser de dos tipos, que el propio cuerpo genere ese cortisol (endógeno) conocido también como enfermedad de Cushing) o iatrogénico (exógeno), esto es que el paciente reciba como corticoides en exceso para tratar alguna enfermedad para la que se administra este medicamento. Es más frecuente este último caso, pero las manifestaciones son similares». Galofré destaca que «el paciente tiene la piel fina, sufre acúmulo de grasa retrocervical y una obesidad que se concentra en el abdomen y el tórax». También tienen estrías rojas en el abdomen, se nota cansado y puede sufrir depresión.
Y muchos de estos síntomas los comparten los perros (razas como Caniche, Yorkshire Terrier, Boston Terrier, el Bichón Maltés o Teckel tienen mayor predisposición), gatos o incluso caballos que también sufren esta dolencia. Carlos Meliá, director gerente del Hospital Clínico Veterinario de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y responsable de Medicina Interna de la Clínica Veterinaria Atlántico, aclara que «es más frecuente en perros y caballos que en gatos y personas. En humanos se estima una prevalencia de 1-15 casos por millón al año, mientras que en perros es de 1-12 casos por mil. Y aunque puede que la frecuencia no sea alarmante, sí lo son sus consecuencias. «Puden ser terroríficas si no se diagnostica y trata a tiempo. Si es de carácter endógeno y no se corrige la causa el afectado va a tener infecciones, problemas circulatorios, diabetes, hipertensión… es mortal a medio plazo. Y cualquiera es susceptible de padecerla», dice Galofré.